¡Especuladores, es la hora!

    Detrás de la abundancia viene la escasez y como anexo los aprovechados. La historia humana funciona como un péndulo, de uno a otro extremo pero solo para algunas partes del planeta, para otras siempre está en el modo desgracia. El temor a carecer de los medios para la supervivencia reside en el cerebro primario de todas las especies, de ahí el ansia de ampliar territorio y obtener poder sobre más recursos. El novedoso y manido término “globalización” camufla un capitalismo voraz que expolia a los más débiles, o a quienes tienen gobiernos más corruptos, y explotan su mano de obra barata, generalmente de mujeres y niños. En el caso de la pandemia presente se ha visto claramente el agujero, no ha funcionado de forma global para que las vacunas lleguen hasta el último punto del planeta: primero los países ricos, sálvese quien pueda, luego ya se verá. ¿Qué pasó? Que los pobres enfermaron, las factorías cerraron, los transportes pararon, los contenedores se acumularon en los puertos salvo para quien paga un 700% más caro el flete, y la escasez crece y crece. No llega el papel para imprimir libros, la cultura se resiente. No hay componentes electrónicos, las fábricas de automoción paran las cadenas o cierran factorías, aumentan las familias sin trabajo y con ello la pobreza. El desabastecimiento llega a los mercados de alimentación, la carestía a los juguetes, caprichos, el Black Friday. Y lo que nos queda si sumamos el incremento mundial de precios de electricidad y combustibles. Es la hora de los especuladores, trapicheantes, acaparadores, inmorales, bancos y prestamistas usureros. Y, como no, de los traficantes de ideas que con discursos políticos engañosos lanzan dardos directos a las tripas de los que tienen miedo prometiéndoles lo que nunca podrán cumplir.

Diario Palentino, 31 de octubre de 2021