El Estado y los pueblos

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Las Diputaciones, como meras administradoras y consumidoras de dineros ajenos, siempre en entredicho y mucho más desde dedican el grueso de sus esfuerzos y atención a la cosa gastronómica, lúdica y taurina, se han dado cuenta de que las funciones que desempeñan son altamente quebradizas. Sigue leyendo

Mirando hacia otro lado

«Siempre hay quien lanza sus propias culpas al aire por si el viento o la suerte las lleva lejos»

Los alcaldes y concejales de los pueblos siguen siendo los titanes de la administración local, siguen poniendo de su bolso la gasolina, el teléfono, el tiempo y las desazones. Continúan viniendo a la capital a visitar, previa cita concertada y para asunto concreto, a los encopetados cargos provinciales y regionales para tratar de conseguir unas miguillas de ayudas económicas o técnicas para su municipio.

El modelo del jefe

«Queda patente la diferencia en cuanto al sentido de la responsabilidad y la seriedad en el trato de lo público»

El viejo consejo de «Haz lo que digo pero no lo que hago» suele tener un resultado relativo, tiene poca credibilidad y la mejor prédica se hace con el ejemplo.

Al comienzo de la legislatura el bombazo de los sueldos de los miembros del equipo de gobierno de la Diputación, en manos del Partido Popular, dejó estupefactos a muchos ciudadanos. A los sindicalistas lo primero que se les ocurriría sería pedir al Presidente la impartición de unas lecciones sobre el arte de negociar y conseguir esos suculentos salarios.

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