Frenazo y zafarrancho

«Frente a las corrientes conservadoras que se ciernen sobre cielos europeos, el progresismo español muestra como debe regirse una sociedad moderna»

 

Ya lo dice el refrán, después de la tempestad viene la calma, y nuestros políticos, aún exhaustos o poco recuperados, tienen que ir dando pasitos hacia la nueva etapa, cada uno en su función. Lo primero es la limpieza de estorbos, cachivaches y la regeneración de elementos desgastados.


Con el corazón encogido todavía por el asesinato del compañero, los socialistas comienzan los preparativos para componer las cámaras y el nuevo gobierno, asumiendo el papel principal que les ha sido adjudicado por los ciudadanos.

En el Partido Popular se intuyen las lágrimas por haber perdido las elecciones, no gobernarán porque lo han hecho mal como oposición y no han logrado convencer a los españoles de que en el gobierno sabrían hacerlo mejor.

Llamazares no puede más, ha trabajado mucho pero su discurso no cuaja en la sociedad española actual, de modo que muchos votos de sus adeptos van a parar al PSOE.

Rosa Díez alza orgullosa la bandera de su independencia al haber conseguido un escaño con el partido recién estrenado. Procedente de las filas socialistas seguro que se le ha venido a cabeza que también Pablo Iglesias en su primer pinito electoral consiguió tan sólo un escaño, el que ocupó él.

Los nacionalistas intentarán coquetear con el gobierno y en el tira y afloja que les caracteriza irán descubriendo sus propósitos y sus cartas, como en toda negociación.

Para todos toca ahora la corrección de errores aprendidos en la experiencia reciente. Aunque en política no parece demasiado operativo perder tiempo en lamerse las heridas, si se infectan que se infecten, ya se verá. Es mucho más efectivo echar la culpa al vecino, sea el de enfrente o el que pasaba por allí y se le reencarnó el demonio de la mala suerte. Touché de malheure.

Para quien toca gobernar, el futuro está en trabajar mucho y bien para conseguir responder a la encomienda de los electores. Para quien ha perdido, recomponer, sobre todo las ilusiones, llevarán un poco más de tiempo y no es fácil que los propios líderes puedan arengar a sus seguidores cuando son ellos mismos los desfondados. Aparece Gallardón con su nuevo tétrico look y dice que se queda por «el ejemplo de sacrificio dado por Mariano Rajoy». Zaplana con el ceño fruncido abandona por responsabilidad. Alguna cabeza tenía que rodar. La de Rajoy permanece de momento unida al tronco del oculto Aznar porque a la vista de la escandalosa y pública batalla preelectoral por la sucesión, cambiar ahora de número uno supondría una guerra civil en el Partido Popular, de modo que mejor como está, malo pero no peor. Rajoy asume hoy el papel de mal necesario.

Y así, por voluntad de los españoles, nos hemos quedado con una democracia bipolar, moderada, y en ocasiones inmoderada, por los nacionalismos. Pero mientras en el PSOE nacional los rostros manifiestan una alegría exultante, en el Partido Popular la falta de motivación, la desilusión y el desencanto les mermarán fuerzas de reacción, volverán a culpar a los ciudadanos de paletos por dejarse engañar y andarán buscando en el suelo las miguillas que conduzcan por el camino de una oscura supuesta trama o corrupción sobre vaya Vd. a saber qué se les ocurre.

Frente a las corrientes conservadoras que se ciernen sobre cielos europeos, el progresismo español se proyecta más allá de las fronteras nacionales creando escuela y doctrina sobre como debe regirse una sociedad moderna en el siglo XXI.

La derecha española se encuentra con una oportunidad de oro para reconvertirse interiormente en una derecha democrática, actual, dialogante y respetuosa de la convivencia, que es a fin de cuentas lo que los ciudadanos la han pedido con su voto. Que trabaje y no incordie. «Diario Palentino, 16 de marzo de 2008»

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