La otra reflexión

«Vista la experiencia cosechada en los últimos comicios lo inteligente sería cambiar el chip ultra, convertirse en la derecha moderada y moderna que necesita España»


La reflexión es lo que más se practica en un proceso electoral. En el seno de los partidos y formaciones políticas se reflexiona para analizar la situación presente cuando se acerca la fecha, más tarde se reflexiona para idear la estrategia adecuada, después se reflexiona a golpe de impulso según vaya actuando al contrincante más temido, para acabar reflexionando junto con los electores el día anterior de la celebración de los comicios.

Pero aún queda la otra reflexión, la más dura, la del día después.

En el mejor de los casos para el ganador consistirán en analizar algunos fallos porque en política, como en el trato, nunca existe la satisfacción total, siempre se podía haber hecho mejor, siempre se podían haber obtenido mejores resultados.

Para los perdedores comienza una larga temporada de reflexión, cuatro años completos para entonar el mea culpa e intentar remediar el desastre haciendo una oposición «digna», y dependerá de cada cual poner en práctica lo que los dirigentes de la formación entienden por dignidad.

Como resultado de la pérdida del poder del Estado por parte del Partido Popular, éste entendió que hacer una oposición adecuada para enmendar su fracaso consistía en inventar patrañas, conspiraciones inexistentes, datos y noticias falsos, y poner en práctica movilizaciones callejeras con lemas de dudosa honestidad. El Partido Popular jugó fuerte en la creencia de que el ochenta por ciento de los españoles éramos «tontos de baba», como calificaron a nuestro Presidente, y se nos podía embaucar con cuentos chinos, con perdón de los chinos, urdidos en trastiendas tenebrosas.

El fallo de análisis fue garrafal, como ha quedado demostrado en las recientes elecciones. Jugaron con premisas falsas luego llegaron a conclusiones de la misma categoría. ¡Sorpresa! Los españoles pensamos, somos mayoritariamente de centro izquierda, demócratas hasta la médula y además estamos hartos de elementos que incordian la vida cotidiana y resultan molestos en el libre disfrutar del bienestar de la sociedad actual.

Para el Partido Popular cantar en altavoz que han obtenido más escaños y más votos es pan para hoy y hambre para mañana, la realidad es que tampoco gobernarán durante los próximos cuatro años y esa será la verdadera espina que se tendrán que sacar. Vista la experiencia cosechada en los últimos comicios lo inteligente sería cambiar el chip ultra, convertirse en la derecha moderada y moderna que necesita España y colaborar en el bienestar y la armonía en la convivencia ciudadana. ¿Será mucho pedir?

Degollado Gallardón, el «Aguirrismo» parece amenazar con seguir poniéndose el mundo por sombrero. Una mujer ambiciosa a la que no duelen prendas en desobedecer leyes nacionales y resoluciones judiciales, que hace y deshace a capricho, que vende constantemente su imagen en todos los soportes insospechados de Madrid, no se va a recatar para luchar con uñas y dientes por tomar el relevo y ser la sucesora de Rajoy. Con ella la estrategia no variaría mucho, sería corrosiva y caprichosa.

Pero, ¿Y Aznar? ¿Que va a hacer el Partido Popular con semejante fenómeno de la naturaleza? o acaso el Partido Popular es él, como diría al Rey Sol. Será el misterio a desentrañar en próximas fechas. La FAES no va cambiar su criterio de la noche a la mañana porque necesitaría una revisión total de sus componentes y coadyuvantes, nada fácil. Seguir en la misma línea sería de nuevo otro suicidio, los españoles dejarían de escuchar definitivamente su molesto e incontrastado discurso, bajarían aún más las calificaciones que les dan los sondeos sobre la categoría política de sus líderes, recordemos que Rajoy nunca logró un aprobado. Siempre se quedó en torno a un cuatro.

Desmontar un equipo, una estrategia y un modo de hacer, en el interior del aparato de un partido es una tarea larga complicada. Crear un líder de sustitución lleva aún más tiempo. Ahora es cuando comienzan las guerras intestinas, hay que delimitar responsabilidades, tienen que rodar cabezas. Los afiliados y simpatizantes que han arrimado el hombro y han cultivado esperanzas (no aguirres) quieren sangre, alguien tiene que pagar el descalabro. Primero vendrá el ajuste de cuentas interno, a continuación la renovación, algo nuevo y algo antiguo, algo joven y algo viejo, picoteo de representación social para venta comercial, tal vez un inmigrante ornamental en algún organillo del partido, algún ascenso de la Nuevas Generaciones, un poco de todo, como el atuendo de la novia, tal vez un disfraz de apariencia y un ejército de maledicentes murmurando por detrás. ¿Quién sabe? Según lo visto hasta ahora poca honestidad se puede esperar. ¡Ojalá cambien! Siempre existe el derecho a arrepentirse y rectificar. http://www.elisadocio.blog.com/

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.