Un debate de modernidad

«No ha sido fácil, en algunos momentos de la legislatura el coste político del debate público ha sido muy alto»

En el esprint final de su mandato el gobierno socialista no ceja en el empeño de avanzar en los logros de equiparación social en todos los órdenes. El tema de la igualdad ha sido de especial sensibilidad y así lo han percibido los ciudadanos. Leyes atrevidas y aventuradas que han sentado unas bases inalterables, me estoy refiriendo a la legislación en materia de igualdad, de prevención de la violencia de género, de atención a la dependencia y por supuesto a legalización de los matrimonios entre homosexuales.

Con estas medidas el gobierno socialista no solamente entra a regular materias de muy difícil tratamiento, sino que ha abierto en el seno de la sociedad un debate interno del que casi ningún individuo hemos escapado. Por su dificultad de comprensión para nuestras mentes inmersas en una cultura milenaria, los temas recientemente regulados han marcado un hito en todas las conversaciones, nos han hecho reflexionar sobre determinados estereotipos que creíamos asimilados como algo connatural e inamovible. Homosexuales que contraen matrimonio, hombres alejados de la pareja por la fuerza de la ley, imposiciones de trato igualitario incluso para la empresa privada, apoyo solidario a quienes menos tienen y menos pueden valerse física o económicamente.

Las políticas sociales del último gobierno han sido de una valentía increíble en tan poco tiempo, han llegado hasta el último rincón de las familias, de las personas de toda edad y condición, pensiones, maternidad, natalidad, mujeres, discapacidad, vivienda, jóvenes. En eso precisamente se diferencia el socialismo sobre las doctrinas conservadoras, en sobrepasar las estructuras económicas del liberalismo, del sálvese quien pueda y el que más gane mejor para él porque es más listo, a realizar políticas de solidaridad y cohesión social.

No ha sido fácil, en algunos momentos de la legislatura el coste político del debate público ha sido muy alto, sobre todo en determinados sectores de la población. Aún desde nuestro mundo rural no se llegan a asimilar determinadas medidas equiparadoras. Pero así se hace la didáctica y la pedagogía, con riesgos y contratiempos, abriendo caminos difíciles, asomando las mentes a otros planteamientos posibles. Cuando Galileo dijo que la tierra giraba alrededor del sol y no viceversa, la Inquisición le colocó un sambenito y si no abjura le achicharran. Así es la intolerancia. Pero la semilla de lo que debe ser ahí queda, y sobre todo cuando permanecerá escrito en textos legales de obligado cumplimiento.

Suelen las instituciones ir la zaga de los avances sociales, suele la ley escribir lo que las costumbres de las personas durante años ya practican, en nuestro caso las leyes sociales necesarias no se han rezagado, van a la par de las necesidades sociales, en el momento en que la mentalidad colectiva las puede y quiere asimilar. El don de la oportunidad es un mérito, es el sustrato del triunfo.

Todos los gobiernos cometen errores, por supuesto, y también aciertan, somos humanos, lo importante es el balance y la nota que los ciudadanos ponen al final según su sentir intuitivo. Y aunque muy importantes las medida legales en sí, no hay que dejar de lado el gran interés que para la colectividad tiene la transformación de la mentalidad social, el poder ver sin pudor determinadas circunstancias que antes se consideraban escandalosas, pecaminosas, peligrosas o simplemente predeterminadas. Que dos homosexuales se casen, que dos personas que no se quieren se descasen, que nuestro vecino sea de otra raza o credo, que el minusválido viva dignamente porque su grupo humano colectivamente se ocupa de él.

A golpe de impulso político, la sociedad española está viviendo una transformación enriquecedora, adquiriendo una mentalidad abierta al mundo, saliendo del sopor y el adormecimiento de un bienestar sobrevenido en poco tiempo. Nos hemos dado cuenta que pensar no duele, que somos muchos y variados, que todos cabemos en el planeta, que buenos y malos hay en todas partes y que en el respeto mutuo está la convivencia deseable. «Diario Palentino, 21de octubre de 2007»

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