«La libre elección de las personas que llevarán la encomienda de las tareas de gobierno conlleva, para los elegidos, el deber inalienable de cumplir honesta y dedicadamente con sus cometidos»
En un Estado de Derecho los ciudadanos merecemos un mínimo de respeto por parte de quienes reciben nuestros votos, sea cual sea la elección por la que optamos, pues precisamente en democracia la libertad ideológica es el pilar de su existencia y la garantía indeclinable de su correcto funcionamiento. En principio esta reflexión parece una obviedad que todos sabemos de memoria, pero a veces hay que recordar que la libre elección de las personas que llevarán la encomienda de las tareas de gobierno conlleva, para los elegidos, el deber inalienable de cumplir honesta y dedicadamente con sus cometidos, de respetar los principios ideológicos que han presentado en su programa y trabajar por aquello en lo que creen y desean sus votantes.
Pero, por desgracia, entre los vicios que pueden acechar al ser humano, el que más tienta a los políticos y atenta contra el honrado ejercicio de la función en la cosa pública es el abuso de poder. El anillo que todo lo puede, que otorga potestades extraordinarias, que abre la puerta de dominios nunca soñados en mentes pusilánimes y amorales, es el poder, poder de hacer, de decir y decidir, con justicia o a capricho. La tentación está ahí, asoma ofreciéndose para una venganza o para un privilegio, poder y deseo, hay quien lo utiliza sin cortapisas ni pudor, quien ha llegado al puesto utilizando los mismos ardides y la misma falta de moral y de principios.
Es lo que le está ocurriendo a algunos de quienes portan la enseña del Partido Popular en ésta ciudad y en esta provincia. Más que defender una idea, hacer bien y pronto su trabajo y tener como objetivo el bien de los palentinos, solo se ocupan de llenar cumplidamente sus bolsillos cobrando sueldos, que nunca hubieran soñado en sus trabajos si es que los tienen, de administraciones cada día más arruinadas y desprestigiadas cuya única función es atender bien a los pueblos y sus alcaldes, lo que no hacen mientras se lo gastan en corridas y «Juan para su morral». Otros pretenden cumplir pero solo mediáticamente, sin esfuerzo y sin estudio, o hacer carrera política a base de crear desconfianza, zozobra y desánimo en los ciudadanos.
El desmesurado sueldo de los «exclusivos» en la Diputación provincial, el despótico ukase dictado a golpe de venganza y capricho por su Presidente por el que se come los manjares y niega el agua a su único adversario político, la respuesta de su Vicepresidente diciendo que está muy ocupado con las fiestas y los toros y no puede entretenerse en los asuntos de más de cuarenta y tres mil palentinos que han votado a sus representantes del PSOE en la provincia.
Por otro lado y ante la falta de argumentos de peso y de propuestas enriquecedoras, en la capital la portavoz del Partido Popular gasta pólvora en gallinazos y comparece una y otra vez denunciando el presunto «hurto» del disco duro del ordenador destinado a su grupo en la oficina del consistorio palentino. A juzgar por el espectáculo montado es como si tuvieran en el aparatejo del ayuntamiento todos los secretos de los expedientes X de su partido. Se ve que el mundo de la farándula contagia las formas de comunicación de determinadas personas y lleva la frivolidad a un espacio que debe ser serio por lo que representa.
Por último el cerco se cierra en el conchabeo del Partido Popular con el representante de la Cámara de Comercio que nada tiene que ver con la representación de la empresa palentina, pues apenas lo es con el voto de un dos por ciento, que es tanto como nada. En realidad muchos pequeños empresarios y autónomos de la provincia se preguntan para que sirve semejante invento de sindicación empresarial obligatoria, además de para tener que pagar una cuota anual que no revierte en nada y que cuando hay que contratar cosas importantes lo hace con empresas de fuera de Palencia. Su presidente, altavoz del Partido Popular, que dice hablar en nombre de muchos pero solo se lo ha preguntado a unos pocos, utiliza en realidad su trampolín para boicotear el soterramiento del ferrocarril en base a no se sabe que «argumentos» que tampoco se sabe a quien benefician, porque muchos comerciantes, industriales y fuerzas económicas de la ciudad y de la provincia, uno a uno no opinan en conjunto lo que tal representante cameral y quienes el sostienen, quiere que digan el resto de forzosos asociados. «Diario Palentino, 9 de septiembre de 2007»