Villalar y lo nuestro

«¿Y cual es lo nuestro?, el desarrollo económico, las posibilidades de una vida digna en nuestra tierra, que nadie se tenga que marchar a otra parte para vivir mejor»

Sí peculiaridades tiene la historia es no ser ni estable ni constante, por eso su continúo movimiento y cambio la hacen ser historia.

Y para Castilla todo comenzó cuando allá en la lejana Alta Edad Media un conde se liberó del dominio de uno de aquellos incipientes y paúperes monarcas que apenas eran unos «primus inter pares» en todo dependientes de otros nobles, de vasallos y del trabajo y los impuestos de muchos valientes repobladores del entonces desértico valle del Duero, bajo la constante amenaza de las raccias musulmanas procedentes del Al-Andalus, también nuestros antepasados de sangre y cultura a pesar de la pertinaz versión historiográfica vigilada por la católica religión. A fin de cuentas ellos eran los cultos, sibaritas y letrados mientras que nosotros no pasábamos de ser unos bárbaros del norte.

Desde entonces los límites, las fronteras y sus habitantes han variado como corresponde al tiempo transcurrido, aún hoy son inestables y objeto de interna y externa controversia. Pero a pesar de una historia común, y tal vez por ser lugar de paso de las más variopintas culturas, ninguna de ellas ha arraigado como única y suficiente para crear un sentimiento propio de pueblo diferenciado.

Luego vino el imperio de ultramar, aquel donde nunca se ponía el sol y que, con independencia de su críticabilidad por su carácter invasivo, la realidad constatada es que abrió los horizontes castellanos de una tierra recia y de secano hasta límites insospechados. ¿Para qué queríamos un nacionalismo provinciano o un pueblerinismo cerrado si éramos los dueños de medio mundo conocido?  Lo que hicimos fue precisamente enriquecernos, no solo económicamente, les dejamos peladillas, sino culturalmente también. Les llevamos el rico idioma, una religión represora que les era ajena, y les vestimos las impudicias físicas, les robamos su riqueza y su libertad, pero al final de la cuenta hicimos chamba de interculturalidad.

Somos el resultado genético de un incalculable número de etnias y costumbres. Nuestro orgullo es el cosmopolitismo histórico y cultural. Fuimos durante siglos aventureros del mundo, emprendedores y viajeros. ¿Cómo vamos a tener un sentimiento único de pueblo o de estirpe? No podemos de un solo tajo esnobista arrancarnos una idiosincrasia formada durante siglos de historia, lo que no está reñido con la defensa a ultranza de lo nuestro.

«¿Y cual es lo nuestro?, el desarrollo económico, las posibilidades de una vida digna en nuestra tierra, que nadie se tenga que marchar a otra parte para vivir mejor, que los jóvenes pueden permanecer en ella, que el mundo rural exista también a efectos administrativos y de servicios de calidad, que nuestra presencia se haga sentir en las altas esferas de poder, que no tengamos que poner en breve el cartel de cerrado por derribo. Eso es lo nuestro y lo que hay que pelear.

Hoy domingo en Villalar de los Comuneros el castellano leonesismo podrá celebrar la fiesta de un consenso de fuerzas políticas, sociales y económicas. Por fin, después de treinta años, el Partido Popular se une y asiste a Villalar. ¿Por qué?, muy sencillo, porque el objetivo de la foto ahora mira a los socialistas y a los colectivos, y la derecha «démode» no se quiere quedar fuera.

El Manifiesto firmado es enternecedor y está lleno de buenas intenciones, por supuesto, como corresponde al protocolo, pero también, como suele ser contradicción habitual, en la foto aparecen los diez varones firmantes bien colocados en hilera sobre un escenario cuasi teatral mientras sus mujeres castellano leonesas deben estar en casa preparándoles la comida para cuando vuelvan.

Para mayor abundamiento, realce personal y por su propia cuenta, D. Juan Vicente Herrera habla de «un ejercicio colectivo de afirmación de nuestra identidad y orgullo como pueblo…», y pide mayor autonomía y mayor autogobierno. No explica ni aclara como integra estas pretensiones con la machacona idea de una España única y unida que tanto recalca su partido cada vez que otra autonomía reclama mayores poderes en su estatuto. Tampoco explica como consiente y hasta parece fomentar la despoblación en esta tierra. Sólo cabe pensar que el Partido Popular no quiere perder su granero de votos con nuevos pobladores jóvenes nativos e inmigrantes que nunca le votarán, y se agarra desesperadamente a los mayores que ya a sus años, como ellos mismos dicen, no van a cambiar.

Lo que está claro es que el Partido Popular ya ha entrado fuertemente marcando su presencia en Villalar. Y como es su costumbre adueñarse en beneficio propio de lo que es común, tal como la bandera española, la Constitución que nunca votaron, etc. es fácil que al año próximo el 23 de Abril y la campa de Villalar de los Comuneros sea un territorio totalmente «peperizado» y Juan Vicente Herrera invitará a Ángel Villalba como si de su fiesta particular se tratara, hasta tal vez le deje hablar, para que luego digan que no es demócrata.

Que sea lo que tenga que ser, pero para bien. A ver si salimos del atiesto, de la desertización y del subdesarrollo en que nos tienen sumidos nuestros gobernantes autonómicos, aunque se les empolven sus relumbrantes zapatos castellanos campeando en Villalar. «Diario Palentino, 23 de abril de 2006»

Un comentario en «Villalar y lo nuestro»

  1. «Q nadie se tenga q ir a otra parte a vivir mejor..» Esa es la cuestion y te lo digo de primera mano yo, Javier, tu querido primo y ahijado desde lo q podriamos llamar el exilio.

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