Difícil papeleta

      Somos tendentes a la generalización porque es más fácil elaborar argumentos y sobre todo por ignorancia. Cada acto terrorista abre un sinfín de posibilidades imaginativas para elucubrar sobre las causas o los objetivos. Todavía resuenan los ecos de aquél  invento elaborado por la más cutre derecha española para culpar al PSOE de los asesinados en el 11M y así eludir la responsabilidad del belicismo aznariano como causa del ataque. Para pasar la pelota de tejado en tejado en el atentado de Las Ramblas las culpas y suposiciones deshonestas vuelan como navajas afiladas al cuello de unos y otros:  mossos, guardia civil, policía nacional y guardia urbana, centralistas e independentistas, Rajoy o la CUP . De paso hacemos un repaso a los efectos de inmigración, las ayudas sociales, lo que nos cuesta, los trabajos que quita, lo malo que es el Islam, etc., etc., etc.

         En Cataluña vive más de medio millón de musulmanes, sobre todo marroquíes, y pakistaníes, lo que supone un 7% de la población catalana. La mayoría viven integrados y no causan problemas de convivencia, mantienen sus mezquitas y se llevan bien con los vecinos. Cierto es que a las mujeres occidentales se nos enerva el vello cuando tememos ver amenazados los derechos conseguidos después de tan ardua y larga lucha contra el machismo que vuelve con virulencia de mano del Islam y nos abre un nuevo frente de trabajo. En cuanto a lo que nos cuestan, un reciente estudio del Observatorio Social vasco concluye con datos objetivos que los inmigrantes ingresan más en impuestos que lo que perciben en ayudas sociales, educación, vivienda, etc. El esfuerzo de la comunidad musulmana por alejarse del yihadismo asoma con fuerza mediante actos públicos masivos de repulsa. Quieren vivir en paz, convivir si ser señalados, son ya muchas y tercera generaciones. Garbanzos negros crecen en todas las familias, véanse los ultras fanáticos racistas. No se puede generalizar, pero…

«Diario Palentino, 27 de agosto de 2017»