Cuando el desaliento y el desánimo hacen su cosecha en el cuerpo de la ciudadanía la democracia tiene mucho que perder. La corrupción que no cesa en el PP, los inconmensurables sueldos de ejecutivos de empresas y bancos que nos prestan servicios y ponen precio a los productos que tenemos que adquirir, el esperpento en que algunas fuerzas políticas han convertido la vida pública, la crueldad humana fruto de la avaricia que distancia cada vez más a los que acumulan y acumulan riquezas, que nunca podrán llegar a disfrutar, de los que ni tienen para acabar el mes o para encender la calefacción. A Esperanza Aguirre le da tristeza que Rato vaya a la cárcel, total por 90.000 euros, dice ella, aunque en realidad por su causa se hayan dilapidado 12 millones en clubs, fiestas, perfumes, etc. y las familias españolas hemos tenido que poner más de 22.000 millones para rescatar Bankia. También pagamos la primera comunión de la hija de Ignacio González, al módico precio de 48.000 euros. Y así cada día. La gente de a pie pensábamos, siempre nos quedará la Justicia. Tampoco va siendo así. El Supremo ve indicios de “trato de favor” pero archiva. Algunos jueces y fiscales destinados a defender a las mujeres de la violencia machista, se burlan de las víctimas. Juezas del mismo ramo, mujeres para más señas, no adoptan medidas de alejamiento de presuntos asesinos de mujeres y niños, a pesar de los informes psicosociales, y no hablemos de cuando se juzgan violaciones. Los miembros del poder judicial son los que mayor responsabilidad tienen en que la ley se aplique con garantías. Ellos y ellas tienen en sus manos nuestra seguridad. Tal vez debieran abandonar el corporativismo y optar por depurar los elementos infectos que contaminan nuestra fe, son el último reducto, ya tenemos bastante son otros gremios.