…luego…, nos gobernaremos con mayor sabiduría”
No por consabido tiene menos valor el adagio que reza: Cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Dictadores, autócratas y otros especímenes de tendencia dominante saben muy bien que cuanto más analfabeto sea y menos información posea el sujeto a dominar más fácil será la tarea. Las políticas en educación y salud definen el cariz de un gobierno. Un pueblo culto y sano no resulta fácil de engañar con monsergas programáticas ni embolados de laberinto. Los ciudadanos sabios leen entre líneas y se atreven a sospechar que detrás de tantas palabras sin alma existe otra realidad muy distinta.
Buena noticia es que, a pesar de que aún la crisis arredra a millones de familias españolas, el consumo cultural se incrementa un poco. La reciente encuesta sobre Hábitos y Prácticas Culturales del Ministerio de Cultura nos ofrece la esperanza de la reconciliación española con el saber. Música, lectura y cine son los protagonistas; teatro, danza, museos, conciertos o exposiciones, monumentos y yacimientos les siguen. Todas las manifestaciones culturales han dado un pequeño salto, sobre todo de mano de la juventud que borda el uso las nuevas tecnologías para acceder a los entresijos más recónditos de cualquier oferta cultural.
Más plausible es aún esta noticia si tenemos en cuenta la escasa sensibilidad del gobierno del PP con todo lo que afecta al bienestar de los españoles. El IVA cultural, la reducción de becas y la carestía de los libros escolares, la subida del precio de las matrículas universitarias, el fomento de la enseñanza elitista y aleccionadora, los carísimos y excluyentes masters, la drástica merma de subvenciones al cine, al teatro, etc. El resultado se resume en la destrucción de la igualdad de oportunidades para dejar paso a la selección clasista basada en el poder económico en vez de partir de las cualidades y el esfuerzo personal. Cuánta menos competencia más facilidades de crecimiento para los sucesores de la propia élite, para los cachorros bien adiestrados en ejercer de dominantes.
La imposición de la asignatura de religión a machamartillo no es pura manía, es un útil que obtiene excelentes resultados alienando las tiernas mentes infantiles en la conformidad de que los últimos en la tierra serán los primeros en el cielo. Aquí los pobres que recen y no molesten, es la tradición.
«Diario Palentino, 28/09/2015»