A falta de mejores ideas, inventan un logo

imagen-sin-tituloIngenuidad: Igual cambiando de aspecto conquistan a los electores escamados

               Es inherente a la juventud que quiere cambiar el mundo trabajar en ello con mucho ímpetu y cierta dosis de ingenuidad, virtudes parapeto necesarias para seguir en tan ardua tarea hasta comprobar que ni es tan fácil ni toer mundo e güeno, pero pasito a pasito se avanza, es lo que tiene la utopía.

               Quienes vivimos a Franco en la adolescencia y crecimos dándonos cuenta de lo infernal de aquel régimen, creíamos a pies juntillas que aquello era remediable, y así fue, nos ha tocado en suerte lo mejor de la estrenada democracia, un bienestar social insospechado,  pleno empleo, una sanidad como nunca tuvo España, la integración en Europa, vivienda y confort hasta decir basta y tener que luchar contra el sumo consumo que nos consumía.

              Desde 1982, España fue otra. Pero, como todo en la vida, aquello maduró mal y dónde hay mucho dinero hay mucha tentación, no digamos donde hay mucho poder. El dinero y el poder, mal maridaje para los que se rinden a la rapiña. Se fue formando un bipartidismo cómplice que se defiende a sí mismo como si de un ente superior se tratara, con más acuerdos tácitos de no agresión que exigencia mutua de transparencia. Todos acabaron metiendo la mano en la caja común, unos a lo grande y otros a las miguillas, suficiente para tener que callar. Tuvo que llegar un minipartido, hoy en extinción, UPyD, para llevar a los tribunales a tanto mangante de Caja Madrid-Bankia que estamos pagando desde las escuetas cuentas de las familias.

            La corrupción, la desmandada globalización protegida por malos políticos que negocian en secreto un Tratado de Libre Comercio que puede acabar con la soberanía de los pueblos, su desprecio absoluto hacia el ser humano nacional o inmigrante, hacia el ciudadano y los derechos básicos, ese es el escenario hoy. Y, ante ese panorama, el partido inmerso en la ciénaga hasta los ojos pretende salvar los trastos presentando un nuevo logo que ha sido más objeto de chanza que de aplauso, entre las cejas de Zapatero y el círculo de Podemos, los que vencieron al PP y a quienes temen. Cosas de críos. Pero, los logos no ganan elecciones, las ganan el buen hacer, la limpieza, la honestidad, la coherencia y la seriedad, reconocer los fraudes y no destruir las pruebas judiciales, dar la cara por tanto delincuente crecido bajo sus siglas, y sobre todo, dejar de trampear, que no somos tontos.

«Diario Palentino, 12 de julio de 2014»

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