Las despedidas…, breves (De mis lectoras/es del CARRIÓN)

adios“A todas esas personas que me quieren, también a las que me odian, ambas son los motores que me impulsan a seguir hablando en alta voz”

            Al mismo tiempo que os deseo, a vosotros y vosotras, a todos mis lectores, seguidores habituales y casuales, que paséis buenos días y mejor año, quiero despedirme de mi colaboración en este medio.

            Agradezco a José Badiola, a la familia Rojo Andérez, a Belén y a Juanfro su amabilidad y buen trato durante los dieciséis años (desde marzo de 1996) que me han permitido escribir en su periódico mi columna, que comenzó siendo Pliegos de Cordel y, después de unas breves vacaciones, se convirtió en la A la par.

            En ella me he explayado sin cortapisas sobre todas aquellas reflexiones que me inspiraban los momentos en que nos tocaba vivir y el entorno que nos rodeaba, nuestra tierra, nuestra ciudad, nuestro pequeño o gran mundo. La opinión, mi opinión sobre política, sociedad, economía, o simplemente “cosas de la vida”.

            Soy consciente de que algunas personas agradecerán mi ausencia en este periódico CARRIÓN, pero también sé que otras muchas más son mis seguidoras fieles y han esperado la llegada de la quincena siguiente para leer lo que tengo que decir, poniendo palabras a sus pensamientos, de lo que me siento orgullosa. Y lo sé porque me llaman y me lo dicen, y me lo ponen en el blog o me lo escriben por email.

              Y como las despedidas mejor breves, solamente manifestar de nuevo mi gratitud a todas esas personas que me quieren, también a las que me odian, porque ambas son los motores que me impulsan a seguir hablando en alta voz en la confianza de que mis palabras no se las lleva el viento a un estéril desierto.  A todas ellas gracias y mis mejores pensamientos para que sus vidas sean largas y fructíferas. «Periódico CARRIÓN, 1ª quincena de 2013»

Un comentario en «Las despedidas…, breves (De mis lectoras/es del CARRIÓN)»

  1. Una pena. Otra voz – con mayúsculas – que se apaga; otra pluma que se lleva el viento. ¿Motivos? No sé. Quizá, cansada de tanto remar contra corriente, mi amiga Elisa se tome un respiro para volver con nuevos bríos. Se lo preguntaré, y le diré que echaremos en falta su columna quincenal en el Carrión.

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