“La segunda intención, el largo plazo, lo que nos encontraremos cuando tiren del sedal después de que hayamos tragado el anzuelo”
Es la consecuencia atroz del gobierno en manos del hombre en pleno siglo XXI. Camino de la cima de las tecnologías y la ciencia, del alargamiento de la vida y la eterna juventud, sigue habiendo cada día santos inocentes muertos. Enhorabuena a quienes dicen ostentar ostentosamente las cumbres del poder mundial. Hoy es su día de meditación y no lo están haciendo precisamente para felicitarse.
Inocente: Que no daña ni ofende, ingenuo y sin malicia, inofensivo y sencillo, niño que no ha alcanzado la edad de la discreción, son cualidades que forman parte de la definición académica, pero en la acepción más usual que utilizamos, además de la jurídica, inocente equivale a criatura que se lo cree todo, aún lo más inverosímil, y que se deja engañar con facilidad.
Todos nacemos inocentes y somos presuntamente inocentes hasta cierta edad, y después esporádicamente, de modo que alguna o muchas veces en la vida nos la dan con queso. Hoy celebramos el día de los Santos Inocentes (también los de Delibes y Camus) que como todas las tradiciones confunde su origen en la historia.
Mezcla de conmemoración religiosa y pagana que pretendió conservar en su día el recuerdo de un intento de exterminio racial. Que si Herodes mandó matar a los niños judíos, como también lo hiciera el faraón egipcio con los israelitas o la matanza de los inocentes en la India. Jesús, Moisés, Karna, Krishna, fueron los personajes de la leyenda elegida por el pueblo como favorita para dar una explicación de cuento a tan cruenta persecución. No eran más que purgas raciales para evitar el crecimiento desmesurado de habitantes de una etnia diferente a la dominante en el país de acogida. Explicaciones novelescas del proceder de los autócratas de todos los tiempos, hacer desaparecer el factor disgregador de la unidad nacional.
Pero lo peor no está en la historia, decenas de siglos después sigue ocurriendo, cada día. Ruanda, Palestina, Afganistán, Guatemala, y el genocidio indígena en muchas partes del planeta. Y si no matan niños directamente los llevan a la muerte física o mental o a que se maten entre ellos como los niños soldado, o los echan a la calle para que maten su infancia, o se les niegan simples y baratas vacunas y tratamientos, o mueren simplemente de hambre porque entre solo un diez por ciento nos estamos comiendo su pan.
Es la consecuencia atroz del gobierno en manos del hombre en pleno siglo XXI. Camino de la cima de las tecnologías y la ciencia, del alargamiento de la vida y la eterna juventud, sigue habiendo cada día santos inocentes muertos. Enhorabuena a quienes dicen ostentar ostentosamente las cumbres del poder mundial. Hoy es su día de meditación y no lo están haciendo precisamente para felicitarse.
Seguimos siendo inocentes mucho más allá de la pubertad, después de habernos bandeado en la maldad, de haber sufrido los envites de otros, de momento más astutos. A veces sin darnos cuenta engañamos a inocentes que nos consideran como solo somos en su activa imaginación.
Pero cuando siempre, siempre, siempre somos inocentes en el sentido más crudo y literal del término, es en nuestro papel de habitantes de la cívitas, de cives presuntamente pensantes, ahí nos engañan sin remedio, sufrimos las inocentadas constantemente, sea el día y el mes que toque. Creemos a pies juntillas nuestros derechos ciudadanos, e ingenuamente pensamos que los ejercemos conscientemente y con conocimiento de causa.
Escuchamos a los portavoces políticos y sociales y en un alarde de análisis partimos de lo que nos ponen en bandeja con grandes titulares, nunca nos detenemos sobre lo que se nos oculta, lo que verdaderamente se pretende transmitir y lo que quieren esconder, la segunda intención, el largo plazo, con lo que nos encontraremos cuando tiren del sedal después de que hayamos tragado el anzuelo.
A priori y así dicho en frío parece una inocentada propia del día decir que en nuestro país mandan Botín y dos o tres dueños de las finanzas y el capital, pero no lo es. Los poderes fácticos dejan hacer a los políticos mientras no traspasen las barreras de los intereses económicos de determinadas entidades (personas). El dinero no tiene ideología solo valor de mercado y capacidad adquisitiva, sufrimos hoy las consecuencias de esa frialdad. Los representantes del pueblo elegidos en las urnas son en realidad seres descabezados con poderes muy limitados y derrochando arrogancia, pretendiendo engañar con sus discursos planos mientras a su vez son los ingenuos engañados por otros de más arriba, como en la del sabio. De ahí la zozobra y confusión reinantes en las inestables ideologías sembradas de giros e incoherencias. Y es que al fin y a la postre no hay peor inocente que el que galopa a lomos de creerse inteligente. «Diario Palentino, 28 de diciembre de 2008″
«EL 28 DE DICIEMBRE NOS RECUERDA LO QUE SOMOS LOS OTROS 364 DÍAS DEL AÑO»
Mark Twain