Poder y deber

debate-politico-marvillas

“¡Más… es tan tentador mirar desde arriba y dar órdenes!”

La mayor heroicidad es el atributo de las personas que marcan día tras día en su trabajo o en su vivir una pauta ideológica en la que creen. Quien cree en la paz y pone en sus pequeños conflictos un punto de armonía, quien cree en la justicia y guía sus decisiones con este fin, quien cree en el reparto justo de los bienes de la tierra y aporta su granito, material o inmaterial, o simplemente de opinión, está haciendo camino.

Desde la obtusa mente humana nunca entenderemos la gran capacidad y los ingentes recursos que nos da la posibilidad de crear ilusión, de tener sueños. El socialismo incipiente triunfó porque supo en su momento tomar conciencia del eco de la sociedad. Siempre el socialismo ha sido sensible y ha conectado con los pueblos, porque desde su fundamento de origen cargó contra el discurso de la derecha que decía y practicaba que cada cual resuelva sus problemas.

Pero en el furor triunfante se corre el riesgo de creerse las propias lisonjas y la vanidad aleja de la cruda realidad y abre abismos. En cualquier formación política con ánimo de conquistar poder las cúpulas y las bases deben ir coordinadas como un ciempiés en un solo cuerpo. El trabajo, el tesón y escuchar, siempre escuchar es la virtud magnífica del gobernante. La información es la base del poder, y ello supone tener datos para resolver con razón. El descontento siempre será menor cuando la solución se aproxima en mayor medida a la justa.

No se necesita inventar nuevos eslóganes, las bases de los partidos ya son el eco de la sociedad a la que representan, o al menos de una parte importante. La sociedad exige y oír su voz es lo primero. En el seno de nuestros partidos existe con frecuencia una gran confusión y el dictado de cuatro voces amplificadas hace resonancia como si se tratara de un eco común, pero ese error, craso error, hace perder el norte. Es lo que pasó al PP empleando como método aquél discurso crispado inducido por mentes que vivían extrapoladas de la realidad española. Es lo que ha pasado a Bush, convencido de que el pueblo USA quería la guerra imperialista por sistema. Es lo que pasa en cualquier nivel a quien no escucha antes de largar discursos urdidos en entramados internos despistados totalmente de las coordenadas reales.

Cúpulas por un lado, bases por otro, sociedad al margen. Nadie puede contar el cuento de los mil caminos, en cada cruce hay que elegir. El relato tiene que ser solo uno, claro, convincente, asentido y entendido por todos a quienes afecta, en política a toda la sociedad a la que va destinada. El error de distorsión se paga muy caro en las urnas. El ciudadano-elector observa atento y el despistado intuye cada paso, pero ambos consciente o inconscientemente esperan con imperceptible paciencia el momento de poner la nota final, y no hay recuperación en septiembre.

Ese trabajo previo de toma de conocimiento es el que los políticos erráticos omiten, pasan directamente a contar cuentos increíbles que no son escuchados porque parecen caídos de la estratosfera, nunca antes se pararon a preguntar si el substrato necesita abono o nitrato, se inventan las necesidades, se inventan los discursos y su fe en el poder de convicción de las palabras les llevan al precipicio, porque no llegan a la intuición ni a los corazones de sus destinatarios. Como si nos venden un zapato de un número que no calzamos o un traje de astronauta que para nada nos sirve. Ellos se quedan tan satisfechos de su verborrea y nosotros airados volvemos a casa.

Sin embargo Obama lo ha hecho, conoce a su pueblo desde abajo, no desde los despachos alfombrados, sino desde el sentir común cotidiano. Es uno de entre ellos, de su gente, un timonel ascendido a Primus inter pares. (¡Ojala no se la suba a la cabeza el mando!).

¡Más… es tan tentador mirar desde arriba y dar órdenes! En nuestro pequeño trozo de tierra habitada por castellanos austeros y conformistas es aún más fácil, basta con escuchar antes de decidir. Por ejemplo, pocos, por no arriesgar a decir ninguno, políticos de “las alturas” saben sentir la dureza cotidiana de la importante tarea desempeñada por los alcaldes y concejales de nuestros pueblos, ellos son la más pura manifestación de la democracia más directa, más auténtica, y sin embargo qué poca voz se les da, qué poco caso se les hace, se les niega hasta el derecho propio, inalienable e intransferible de elegir a los diputados de su zona sin cortapisas ni trampeos.

Todo político debiera cursar previa y obligatoriamente un proceso de formación de oidor, de escuchador, e incluir en su agenda diaria una programación de ejercicios prácticos consistentes en escuchar a los demás, no a los sobachepas cercanos, sino la voz de la calle ¡Cuánto aprenderían! Y que bien nos iría a los ciudadanos si los que nos gobiernan entendieran algo más sobre lo que manejan. «

Diario Palentino, 23 de noviembre de 2008″

* en la foto: Acrílico sobre tabla. Debate político. Marvilla 2007.

 

 

 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.