Un canto prestado

 «Si nos quedamos sin utopías, sin ideales, entregamos nuestra soberanía»

JOSÉ LUIS MELLADO SANTAMARÍA

Estoy convencido de que el hombre se hizo hombre gracias a la palabra; de que el lenguaje le constituyó como tal y le permitió entrar en un mundo simbólico de creación, pulsiones y deseos, liberándole de la tiránica ley del instinto…

 Yo sí que digo que la radicalidad, en algunos momentos, es la única postura coherente que podemos tomar. Digo además que anarquía no sólo no es desorden, sino que es el orden más perfecto que conozco. Yo apuesto por la radicalidad y la anarquía, y no por el orden de los mercaderes, la mesura social de amos y banqueros, no por la democracia de los señoritos de diseño e hipócrita moral, que han despojado a la hermosa palabra «democracia», de su significado demos (pueblo), dejándole el pellejo henchido solamente de cratos, de absoluto poder. Y tampoco apuesto por los vasallos, por todos los que, con su complicidad no osan discutir lo que estos amos y mercaderes, obispos y generales de la banca no cesan de intentar inculcarnos.

Y sí, por supuesto: la radicalidad es una de las mejores maneras de que no nos vendan la moto, de mantenernos expectantes para evitar concesiones innecesarias. Cuando el niño dice no, inicia el camino del crecimiento y de la independencia; cuando el ser humano dice: «¡Basta ya!», se posiciona frente a la corriente del absolutismo, frente a la imposición, la sumisión y la jerarquía…

Publicado hoy en Diario Palentino. 

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