ANTE EL ESPEJO

«Ser conservador es tan respetable como ser progresista y viceversa, siempre que se sea demócrata»

Para sobrevivir en este complejo mundo hemos desarrollado tantas habilidades que a veces nos parece imposible reconocernos. Aplicar el consejo del sabio Píndaro que recomendaba conocerse a si mismo es poco menos que imposible en los tiempos que corren. El espejo nos suele devolver la imagen que hemos cultivado con esmero y dedicación. Gimnasia, masajes, peluquería, belleza y otros cuidadosos  aliños, además de muecas, gestos y respuestas perfectamente estudiados, nos envuelven en una nube de adorno que nada tiene que ver con lo que seríamos al natural. Hoy en día somos más bien lo que deseamos parecer, lo que queremos que los demás vean en nosotros, somos una proyección, una apariencia, como el bello sarcófago con la momia podrida en su interior. Somos la más contundente incoherencia de la creación.

Y como del dicho al hecho hay mucho trecho, ningún ámbito se libra de esta distancia. La publicidad es el traje y adorno de la buena venta. Sirve para cualquier producto, material o inmaterial, desde comestibles hasta ideologías,  y utiliza cualquier soporte que pueda transmitir mensajes mediante imágenes y palabras, a veces y en círculos más reducidos puede incluir olores y sabores, como en el caso de las catas y degustaciones.

Pero el problema se plantea en que toda esta aparente rapidez y fugacidad de los acontecimientos queda siempre reflejada en un archivo. Nuestra conducta, la propaganda, las declaraciones públicas, todo  parece tan volátil como el momento del anuncio, o de la transmisión del telediario o del periódico diario que se va la papelera del reciclado para volver al mundo en otro formato. Sin embargo siempre queda una memoria natural o artificial que lo conserva y recuerda cuando más falta hace o cuando más estorba. En esa relación entre lo que ocurrió y lo que ocurre se plantea la coherencia como virtud o como defecto insoslayable.

Ya no vale cruzar los dedos a la espalda para eximir de pecado la mentirijilla infantil, ya no vale decir que desaparecieron los archivos, todo está guardado, archivado y escrito, en cualquier momento nos pueden sacar un espejo y hacernos ver como fuimos, lo que hicimos, lo que manifestamos, y contrastarlo con lo que somos, hacemos, manifestamos y decimos. El tiempo hace cambiar a las personas y a las cosas, pero en una evolución de causa comprensible. Nadie conserva su candidez infantil ni su ingenuidad juvenil, la vida enseña, ¡ya lo creo!, pero un arrepentimiento de ciento ochenta grados no es frecuente, conllevaría la negación de sí mismo, de la pura esencia, sería un ejemplo de incoherencia suma, absoluta e inexplicable que precisaría un largo y complejo reciclado del nuevo ser recién parido.

Tal es la situación de impás en que se encuentra el Partido Popular. Fue quien era y viene de donde viene, tuvo durante muchos años la ocasión y oportunidad de constituirse en una alternativa válida y constitucional en la democracia española, de hecho es el segundo partido mayoritario avocado a ser alternativa de gobierno, uno de los dos grandes. Se portó adecuadamente en La Transición, nadie lo niega. Hizo su papel de oposición con responsabilidad, salvo detalles. Pero llegó el tiempo de gobernar y para su desgracia se le dispararon los egos que llevaba larvados dentro. Los arrivistas ansiosos de ejercer un poder, ante todo personalísimo, desplazaron a los respetables conservadores, las voces de los radicales tomaron las riendas en el mensaje y en los hechos, se comenzó a tomar las decisiones de gobierno a base de puñetazo en la mesa y porque sí, llevaron a los españoles a una guerra tan ajena como interminable que muestra su espejo cada día en las noticias, que tuvo como consecuencia un atentado que abrió una gran herida interna, llaga que siguen azuzando y contaminando para que nunca cicatrice y se olvide bajo el hedor su culpable origen.

Para más ilustración, llegado el momento de la paz, de la ansiada paz interna tampoco están de acuerdo, ¡Cómo podían estarlo! Un discurso belicoso de mensaje conflictivo tanto en contenido como en forma, no puede decir que sí al final del terrorismo. Pero sobre todo porque si fuera cierto y se llegara al final después del complicado camino, esto supondría un descalabro aún mayor para la ya macabra imagen que los ciudadanos demócratas convencidos y comprometidos se están haciendo de esa gran formación política que defrauda las propias expectativas de los conservadores moderados y congruentes con la convivencia pacífica.

Dicen los ultras que no está de moda decir que se es de derechas, de nuevo un error de información, ser conservador es tan respetable como ser progresista y v.c., siempre que se sea demócrata y se acepte y observe el juego participativo establecido por la constitución y las leyes, lo que no está de moda, ni esperamos que lo vuelva a estar nunca, es ser ultra, esa «moda» solo existe cuando gobierna un partido único, totalitario y dictatorial que entierra a la democracia en fosas comunes bajo juicios sumarísimos.

El desequilibrio interno de la derecha española ya tiene su reflejo y crítica hasta en la prensa de derechas extranjera que siempre la defendió. La denominada por sus voceros nacionales «guerra de los videos», hasta en la utilización de los términos han de ser belicistas, no es más que el gesto del espejo: – toma y mírate-, – ¿No te gustas?, pues no reniegues de ti ni cruces los dedos para mentir, simplemente reflexiona y adopta una posición coherente, vela por lo que todos los españoles queremos: la paz, simplemente, sin egos-. «Diario Palentino, 10 de diciembre de 2006»

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