«Ya era hora que una voz colectiva representando a hombres apoye públicamente un conjunto de medidas contra esa lacra vergonzosa y vergonzante»
Hace pocos días hemos podido escuchar a los portavoces de más de mil hombres, en buena parte representativos de las letras, las artes, el cine y el espectáculo, que han constituido una Plataforma denominada Hombres a Favor de la Ley contra la Violencia de Genero.
Hasta ahora, al margen de testimonios aislados y manifestaciones individuales, los hombres, como grupo sexual, no se habían pronunciado de forma tan contundente y clara, posicionándose de forma indubitada y definitiva ante la violencia que por razón del sexo sufrimos las mujeres.
Algunos de ellos han entrado a analizar los orígenes de esta anómala conducta masculina y no se ha quedado nada en el tintero. Todos los ciudadanos de bien sabemos y conocemos perfectamente de qué tipo de formación cultural y religiosa proceden tales males sociales.
Los concienciados y racionales hombres de la plataforma, muchos de ellos con nombre y apellidos conocidos y prestigiados, son mil: José Luís Sanpedro, Fernando Trueba o Joan Manuel Serrat Esteban Ibarra y Enrique del Olmo, cuenta con firmas como las de Carlos Castilla del Pino, Andrés Vicente Gómez, Hilario Camacho, Juan Echanove, Pedro Zerolo, Víctor Manuel, Iñaki Gabilondo, Javier Marías, Fernando Colomo, Miguel Ríos, Ramoncín, Manuel Gutiérrez Aragón, Manuel Toharia, Juan Cueto, Rafael Azcona, Vicente Molina Foix, Pere Gimferrer y Mariano Barroso, entre otros, pero podían ser millones de hombres con nombres anónimos que no han tenido la oportunidad de firmar la proclama, pero la apoyan con su pensamiento de demócratas convencidos y defensores de la igualdad y demás derechos de las personas, frente a cualquier manifestación externa discriminatoria sea del tipo que sea.
En estos últimos tiempos que nos ha tocado vivir, la palabra terrorismo nos pone los pelos de punta y nuestro pensamiento, por asociación de ideas, nos trae de inmediato imágenes y secuencias terroríficas postexplosión de artefacto o remates a balazos a pie de calle, pero ahora, estos mil hombres han querido llamar la atención para que el término terrorismo no defina en nuestro sentir, solamente, estos ataques contra personas indeterminadas y con fines aviesos, sino que se incluya en el término terrorista al compañero, marido, pareja o ex, de la mujer muerta a sus manos.
«Terrorismo machista» define ahora la violencia de género desatada contra las mujeres por el hecho de ser mujeres y no acatar sin rechistar el dominio de los hombres. Lo que todas sabemos es que el terrorismo machista no tiene porqué llegar al asesinato para serlo. Todas lo sufrimos sus conatos en algún momento de nuestras vidas, en el presente o en el pasado, en el ámbito familiar o en el laboral, en forma física, verbal, gestual o de indiferencia. Adoptando las más diversas versiones: desprecios, minusvaloración, ninguneo, explotación, omisiones y rebajas.
Por fin los hombres, algunos hombres, veinticinco años después de la Constitución española vigente, que teóricamente recoge la igualdad, son capaces de verbalizar en alta voz su solidaridad, su pensamiento de género y su apoyo a una lucha que parecía ser solamente «cosa de mujeres», feministas y trasnochadas como he leído en muchas páginas de la prensa retro de ésta nuestra multipensante sociedad.
Ya era hora, y se agradece que una voz colectiva representando a hombres, salga de su esfera de actuación y opinión privada e individual, y apoye públicamente y con valentía un conjunto de medidas específicas para paliar primero, y tratar de evitar después, un lacra social vergonzosa y vergonzante, no sólo para las mujeres víctimas sino para la propia sociedad en su conjunto que presume neciamente de desarrollo, de bienestar y de progreso teniendo que escuchar día a día como el terrorismo familiar hace presa en la mujeres negando y mancillando el sistema legal igualitario que tantos siglos ha costado conseguir. «Diario Palentino, 10 de octubre de 2004»